Una compañía 100% privada

Telefónica se convierte en una compañía completamente privada y se prepara para operar en un mercado abierto a la competencia para todos los servicios, incluido el teléfono fijo. El éxito de la privatización, en la que se colocan 191.000 millones de acciones, supera extraordinariamente las previsiones más optimistas. La demanda de acciones supera 5,4 veces la oferta y Telefónica se consolida como el valor español de referencia en los mercados internacionales. Fue la mayor operación de la historia en la Bolsa española hasta el momento. Al final de ese año, Telefónica era la principal empresa española por facturación y beneficios.

El corazón de la red

La red funciona las 24 horas, los 365 días del año, controla las funciones de todo el “organismo” y alerta inmediatamente cuando algo no va bien. En 1997 Telefónica estrena el auténtico corazón de su red, el Centro Nacional de Supervisión de Operaciones, el CNSO, situado en la localidad madrileña de Aravaca. Desde allí, 1.200 profesionales trabajando a tres turnos, supervisan todos los elementos de la red. Pueden desde reparar a distancia hasta enviar un equipo donde haga falta. Se trata de uno de los centros de control más avanzados del mundo, y sus inmensas salas de supervisión, con pantallas del tamaño de una pared, recordaban a la NASA de las películas.

Telefónica desembarca en los contenidos

Durante la presidencia de Juan Villalonga, Telefónica comienza a acercarse al mercado audiovisual, primero desde la distribución de servicios de televisión por satélite a cliente final a través de Hispasat, y, más adelante con la creación de contenidos. Se lanza Vía Digital con el respaldo de RTVE, Antena 3 y la mexicana Televisa, y más adelante se crea Telefónica Media, una filial dedicada a integrar todas las participaciones en medios, desde la productora holandesa Endemol hasta la propia Antena 3, Onda Cero o la productora de cine Lola Films.